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jueves, 27 de mayo de 2010

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viernes, 7 de mayo de 2010

DESDE EL URUGUAY LA OEI, NOS ACERCA A LOS VINOS

De la Mesopotamia a su mesa

La vid es una de las primeras plantas que el hombre conoció y el vino la bebida que posiblemente haya producido primero. En la antigua Mesopotamia, 6.000 años antes de la era cristiana, ya se fermentaban uvas para obtener un embriagante licor.
Grecia, cuatro mil años después, adoró el vino en el nombre del dios Baco y la literatura más antigua también da cuenta de la existencia
del vino: Homero le dedicó algunos versos y el Antiguo testamento informa de una borrachera del viejo Noé. ``Se dedicó a la labranza y plantó una viña. Bebió del vino, se embriagó, y quedó desnudo en medio de su tienda'', dice. Pero esos vinos eran muy distintos a los de hoy en día.
El vino griego se supone que era un caldo bastante espeso, que incluso se servía en platos y al que era necesario diluir con agua para beber.
Pero los refinados romanos, en cambio, ya se tomaban sus buenos vinos añejados, bastante parecidos a los nuestros; incluso el naturalista romano Plinio el Viejo ya había descrito un centenar de variedades de uva y unos cincuenta de tipos de vino.
Los primeros viñedos llegaron a Uruguay en 1726, junto a las primeras 25 familias que, provenientes de las Islas canarias, comenzaron la fundación de Montevideo. Las traían consigo para hacer cultivar parras que dieran sombra a los patios y uvas para la mesa, una costumbre que todavía hoy persiste en Uruguay.
Hacia 1830 ya se comenzaban a explotar los viñedos con fines industriales. Uno de los impulsores de ese empresa fue Pascual Harriague, considerado padre de la vitivinicultura uruguaya. El fue el visionario que introdujo una variedad de uvas que por extensión se le comenzó a llamar Harriague, como su apellido, aunque su nombre, como su procedencia, fuera francesa: Tannat. Ahora, 170 años después, el nombre Tannat es la grifa emblemática de los vinos uruguayos en el mundo.
En Uruguay se producen aproximadamente 120 millones de kilos de uvas al año, con lo que la vitivinicultura ocupa el primer lugar en la producción frutícola del país. El 97% de ese volumen se dedica a la elaboración de vinos. Es importante destacar que no todas las uvas son aptas para hacer vinos.
Las variedades idóneas para la producción de esta milenaria bebida son llamadas vitis viníferas y, en muchos casos, son las que dan el nombre al vino. Es importante destacar que la denominación de los vinos proviene ya sea del tipo de uvas a partir del cual se elaboró o del sistema por el que fue hecho.

EL MUNDO DEL VINO
Desde Uruguay nos suministran una información valiosa sobre el vino gracias al señor GUSTAVO LABORDE, Corresponsal del Servicio Informativo Iberoamericano de la OEI, Montevideo, Uruguay.-








Los grandes amantes del vino prefieren los tintos y los blancos y dentro de ellos alos varietales. Un vino es varietal si está hecho a partir de una misma variedad de uvas (o compuesto hasta un 70% de la misma variedad). Es así que la uva cabernet sauvignon da vinos Cabernet Sauvingon y las tannat dan el vino Tannat. También hay vinos llamados ``de corte'', que son aquellos en los que participan vinos de varias variedades de uvas. Estos últimos tienen una ventaja con respecto a los otros: el vino varietal cambia su sabor según las variables que influyeron en la cosecha del año, pero los vinos `de corte' permiten, en cambio, que el bodeguero consiga el mismo gusto todos los años. En cuanto a si un vino es blanco o tinto depende de cómo fueron fermentados estos vinos.
El proceso de elaboración consiste, primero, en la recolección de la uva. Los enólogos se encargan de determinar el momento de las cosechas, para lo cual tienen en cuenta desde el peso del grano hasta el tipo de clima bajo el cual maduraron: el agente climático más pequeño influye en el posterior sabor de la bebida (por eso los varietales cambian según el año de cosecha).
Una vez recogida, la uva es molida (el fruto triturado se separa de las ramitas, llamadas escobajo) y depositada en grandes piletas, donde inicia el proceso de fermentación. La piel de la uva, llamada hollejo, es la que transporta las levaduras fundamentales para la fermentación mientras que el grano aporta el azúcar imprescindible para la vinificación.
El proceso es bastante complejo y su conocimiento es todo un arte, ya que desde la temperatura hasta el tiempo que se deja en contacto el jugo con los hollejos determina tipo y sabor del vino. En el caso de los tintos, los restos sólidos se maceran unas 48 horas junto al jugo, y luego se separan para que el brebaje fermente sólo entre 5 y diez días.
En el caso de los blancos el jugo se separa mucho antes del orujo (la piel de la uva) ya que es precisamente el hollejo, además del tipo de uvas, es lo que da el color al vino. Los vinos pueden ser nuevos o añejados, aunque en Uruguay se producen, básicamente, vinos nuevos.
La reconversión de este sector hubiera sido imposible sin la introducción de nuevas cepas de vides y sin el mejoramiento técnico de las 350 bodegas que hay en Uruguay. A ese aspecto apuntó la industria para mejorar la calidad del vino. Una de las razones de la depresión era que aún se cultivaban vides añejas, de 60 e incluso 80 años, que daban una uva de poca producción y desgastado sabor.
Uruguay, que se encuentra entre los 30 y 35 de latitud sur, tiene un clima templado que le permite el cultivo de vid en todo su territorio. La cantidad de lluvias, la buena insolación, los veranos suaves y las noches frescas, a lo que suma el impacto marítimo del océano Atlántico y el Río de la Plata le dan un perfil personal al vino uruguayo, que sin tener una gran producción como puede tener Chile o Argentina ha logrado destacarse dentro del mercado mundial.
El clima y los microclimas son determinantes a la hora de saber qué tipo de uva se cultivará, así como el gusto de la uva y, por supuesto, el sabor que tendrá el vino. En Uruguay se dan muchas variedades de uva, como la Merlot, Folle Noire, Cabernet Sauvignon y la Sirah, entre otras, pero la Tannat, especialmente en su versión tinto, es la que ha tenido mayor éxito y lauros en el exterior, donde en los concursos de vino lleva ganado decenas de medallas.
Pero también el mercado interno, en el que los jóvenes forman una buen porcentaje, ha sabido afinar su paladar y llegar a sentir una verdadera pasión por el vino nacional, del que se siente orgulloso. En ese fenómeno han influido también los varios clubes de catadores que se han creado en los últimos años en los que la gente aprende a distinguir con notable destreza la infinita variedad de sabores que hay en un vino noble.
El cambio tecnológico, responsable del vuelco radical que ha tenido la industria del vino, ha atendido varios aspectos de la producción. El más importante fue la renovación de cepas, para lo cual se ofrecieron alentadoras ventajas a los granjeros que quisieran renovar sus vides.
Pero también, gracias al asesoramiento de técnicos expertos a los productores, se está cambiando la forma de cultivar la planta y de elaborar los vinos. En este último aspecto se ha insistido en el control de la temperatura de los mostos durante el proceso de fermentación logrando así conducir el sabor de los vinos de acuerdo a la imaginación y el paladar de los bodegueros y enólogos.
Esto ha permitido un incremento notable en las exportaciones de vino. Estas pasaron de 169.000 litros de vinos en 1994 a 3.005.489 en 1999, de los cuales 2.780.801 litros eran de vinos tintos, en los que los exquisitos encuentran la mejor expresión de los vinos. OEI
OEI